Un adjetivo que describe aquello que no cumple con nuestras expectativas, que nos deja un sabor amargo en la boca y nos hace sentir desilusionados. Es la sensación de haber sido engañados o defraudados por algo o alguien en quien confiábamos. Una palabra que nos hace cuestionar nuestras ilusiones y nos recuerda que la realidad puede ser cruel y desalentadora. Sin duda, una emoción que preferiríamos no experimentar, pero que forma parte de la vida y nos enseña a ser más cautelosos en nuestras esperanzas.