Un sustituto bueno es aquello que, aunque no sea el original, cumple con su función de manera eficiente y satisfactoria. Es una alternativa confiable y de calidad que puede reemplazar al producto o servicio deseado en caso de no estar disponible. Un sustituto bueno puede ser incluso mejor que el original, sorprendiendo gratamente al usuario y demostrando su valía en situaciones de emergencia o escasez. En resumen, es una opción confiable y efectiva que no decepciona en momentos de necesidad.